
Cualquiera que lleve un tiempo operando en bolsa habrá oído hablar de los sistemas automáticos, una serie de programas de ordenador que se venden y que supuestamente generan una rentabilidad interesante con solo tener el programa funcionando las 24 horas del día. Ahora bien, ¿qué hay de cierto en esto?
En primer lugar, habría que aclarar una cuestión: hay cientos de operativas posibles y diferentes en bolsa. Aunque lo que conoce la mayoría de los inversores particulares es comprar una acción para intentar venderla más cara y cobrar dividendos por el camino -algunos inversores más avanzados hacen lo mismo utilizando derivados como futuros o CFD’s- (lo que se conoce como operativa direccional), los operadores profesionales conocen muchas más formas de obtener dinero de la bolsa: operativa de arbitraje, que consiste en aprovechar las ineficiencias de dos o más mercados fuertemente correlacionados para ganar la diferencia que se produce con la ineficiencia; operativas combinadas con posiciones simultáneas en contado y/o futuro y/u opciones con coberturas; creación de mercado, que consiste en proporcionar liquidez al mercado colocando órdenes de compra y venta lo más cercanas posible obteniendo como beneficio la horquilla… necesitaríamos todo un libro para explicar todas las posibilidades que hay y no las contaríamos todas.
Para muchas de estas formas de operar, no es que funcionen los sistemas automáticos, es que es imposible llevarlas a cabo sin uno. Por ejemplo, hay una técnica de riesgo cero que emplean algunos profesionales que consiste en vigilar el precio de un contrato de futuros de un vencimiento y del siguiente. El precio de un futuro viene condicionado por el precio de su activo subyacente, los dividendos hasta vencimiento y el tipo de interés hasta el vencimiento. Así, cada vencimiento tendrá un precio teórico en cada momento y el día del vencimiento se igualará al del subyacente. Esto es así por definición, porque en eso consiste un contrato de futuros. Con la actividad de los especuladores, en ocasiones se produce una ineficiencia en la que un vencimiento se desvía del precio correcto respecto del otro vencimiento. En ese momento una forma fácil y sin riesgo de ganar dinero es comprar el que se ha quedado ‘barato’ respecto del otro y vender al mismo tiempo el que se ha quedado ‘caro’. Lo más que habrá que esperar para obtener el beneficio es al vencimiento, momento en el cual es imposible que el precio esté fuera del valor que le corresponde. El problema de esto es que estas situaciones duran fracciones muy pequeñas de segundo, y ningún humano tiene la velocidad y reflejos suficientes para detectar la ineficiencia y colocar las órdenes. De eso se encargan sistemas automáticos.
En los entornos en los que funcionan estos sistemas no hay sitio para los particulares. En primer lugar, la matemática que hay tras ellos suele ser extremadamente compleja. De la misma forma que un avión no lo diseña un solo ingeniero sino un equipo de ellos, un sistema automático de estas características no lo diseña un matemático sino un equipo de matemáticos y de programadores. Además, los tiempos para reaccionar son muy limitados, por lo que se requieren ordenadores extremadamente potentes y, además, situados lo más cerca posible de los centros de datos que gestionan los mercados, porque una orden que llega con una diezmilésima de segundo de retraso ya no llega a tiempo para aprovechar la oportunidad. Por motivos obvios, este tipo de operativa queda reservada a las grandes corporaciones.
Para los particulares, solo queda el campo de la operativa direccional. Y es ahí donde fracasan los sistemas automáticos. En internet hay a la venta literalmente miles de ellos. Ninguno ha demostrado su eficacia más allá del backtesting. Ninguno ha demostrado ser rentable en el mercado real. En Estados Unidos incluso ha habido quien ha ido a la cárcel acusado de fraude por venderlos.
¿Por qué ofrecen magníficos resultados aplicados a datos pasados? Por varias razones. La primera, que no es necesario que se ejecuten las órdenes para que el sistema de evaluación del pasado las dé por ejecutadas, basta con que el precio sea tocado. Esto distorsiona los resultados, porque en el mundo real, algunas de las operaciones supuestamente ganadoras no se ejecutarán, mientras que las perdedoras se ejecutarán todas. Para evaluar el impacto en los resultados, tomemos un ejemplo:
Supongamos un sistema que tras 10 operaciones muestra los siguientes resultados en backtesting:
200, 300, -50, – 75, 100, 200, -50, -150, 200, 100.
Tendríamos 6 operaciones ganadoras con un beneficio de 1100 €, y 4 perdedoras con una pérdida de 325 €. Un beneficio neto de 775 €.
Ahora hagamos una suposición bastante conservadora: de las 10 operaciones, dos no se ejecutan, y como ya hemos visto necesariamente serán de las ganadoras. Supongamos que no se ejecutan la primera y la novena. El resultado ahora será de 375 €. Y no estamos teniendo en cuenta las comisiones.
El siguiente problema es que las órdenes de stop no siempre se ejecutarán al precio que las colocamos, mientras que el backtesting las considerará como ejecutadas al precio fijado. Y esto vale tanto para stops de pérdidas como de beneficios. Las órdenes de stop para salir de una posición han de ser a mercado ya que en caso contrario podrían no ejecutarse y mantenernos dentro de una posición perdedora. Lo cierto es que un stop a mercado, solo se ejecuta al precio del stop en mercados muy líquidos: en mercados como el crudo, el Ibex, el DAX, lo habitual es que se ejecute a precios peores, a veces por muchos tics. Esto se conoce en el argot como slippage, y hará que en los stops de beneficios ganemos menos de lo que dice el backtesting, y en los de pérdidas que perdamos más.
Si en el ejemplo anterior tomamos un slippage conservador de 20 € (en un mercado real será bastante superior), tendremos 160 € menos, es decir 165 € de beneficios. Y seguimos sin contar las comisiones.
Por último, pero no menos importante, está el hecho de que los parámetros del sistema vienen ajustados para optimizar el resultado del pasado. Pero no hay nada que garantice que esos parámetros vayan a conseguir igualar esos resultados en el futuro. De hecho, desde una perspectiva estadística y matemática, lo que está prácticamente garantizado es que esos ajustes funcionarán peor en el futuro. En una curva de desviación estándar de los resultados del pasado, esa optimización coloca el resultado en el máximo de la gráfica, lo que prácticamente garantiza que en cualquier otro intervalo temporal, pasado o futuro, el resultado no estará en la cresta.
El mercado es como un ser vivo. En los movimientos de los precios influyen demasiadas variables como para que un programa al alcance de los inversores particulares pueda gestionarlas. Decisiones políticas, decisiones empresariales, manipulación de los precios por parte de grandes inversores e incluso insiders (propietarios de las empresas cotizadas), miedos, codicia, ansiedad, estado de ánimo de millones de personas que operan… Desarrollar un sistema que sea realmente rentable requiere mucho dinero para diseñarlo, programarlo y ejecutarlo. Cualquier sistema automático que pueda estar al alcance del bolsillo de un particular, requerirá constantes modificaciones para adaptarse a las diferentes circunstancias del mercado, y entonces ya no podremos decir que es automático. En ese sentido, se está dirigiendo la investigación hacia la inteligencia artificial, de forma que esas modificaciones para adaptarse las haga el propio sistema. Pero una vez más, queda lejos del alcance del bolsillo y las posibilidades de los particulares.
Los profesionales, las grandes corporaciones, utilizan sistemas automáticos para operativas de arbitraje, de creación de mercado, de cobertura de posiciones. En la operativa direccional, siguen utilizando lo único que funciona: la discrecionalidad. Algún día, tal vez no muy lejano teniendo en cuenta la velocidad a la que la tecnología se desarrolla, algún sistema gobernado por inteligencia artificial pueda tener la discrecionalidad necesaria para ser rentable. Y llegado ese momento, una vez más, estará reservado para las grandes corporaciones; los particulares nunca podremos disponer de ellos. Mientras tanto, si ves que en una web o en un foro alguien ofrece un sistema automático rentable por una cantidad de euros, sea la que sea puedes estar seguro de que no funcionará sin necesidad de perder el tiempo en probarlo.